En septiembre de 1995 Lady Diana visitó París para la inauguración de la retrospectiva de Paul Cézanne
en el Grand Palais. Para esa cita tan especial le ofrecieron un bolso Dior para que lo llevara en sus diversas salidas durante su estancia en la capital francesa. Gracias a esta excepcional embajadora, el nombre del bolso pasó a ser Lady Dior.
Y de hecho, fue en 1996 cuando pudimos ver de nuevo el Lady Dior en la prestigiosa Met Gala del Museo Metropolitano de Nueva York. Lady Diana lo llevó consigo para ese evento y fue inmortalizado para reflejar el estilo de una firma que como Dior supo acomodar una pieza de semejante elegancia en las manos más adecuadas.
Un bolso realmente excepcional.
Lady Dior es una verdadera joya de artesanía. El bolso encarna a la perfección toda la excelencia de la Maison. Realza toda la habilidades que atesoran los talleres de Dior donde la pieza cobra vida en Italia. Su piel, delicadamente cosida con el emblemático Canjeo, realza sus líneas, mientras cada detalle, concebido con infinita minuciosidad, marca su singularidad. Todo un tributo al pensamiento mágico de la firma Dior, que lo acentúan con un toque de refinamiento exclusivo.
Embellecido con strass y raso azul, sublimando sus líneas, este objeto de deseo, quintaesencia de la creatividad de Dior, estará disponible en una edición limitada. Una celebración del patrimonio y la excelencia del saber hacer.
A lo largo de los años, el legendario bolso ha renacido en multitud de colores, tamaños y materiales. Su revisión, temporada tras temporada, ahora corre a cargo de la visión de Maria Grazia Chiuri que lo ha rediseñado en nuevos matices y formatos, y se ha bautizado como Lady d-lite o Lady d-joy. Chiuri lo ha adornado con fascinantes estampados, bordados, o detalles que reviven el espíritu del macramé. Sin duda el Lady Dior se presta a las reinvenciones más atrevidas.
El bolso logra un equilibrio perfecto entre modernidad y elegancia atemporal. La cautivadora historia de
Lady Dior todavía está por escribir, convirtiéndose, más que nunca, en una obra de arte. Artistas de todo el mundo están aceptando el desafío de reinterpretarlo y transformarlo casi constantemente lo que lo convierte en patrimonio singular de la moda al más puro estilo Dior.
