Relojes y Joyas

Atmos, de Jaeger-LeCoultre; La historia del reloj que funciona eternamente.

El Atmos es un reloj que desafía las leyes de la física ya que funciona sin necesidad de cuerda ni de ninguna fuente de energía convencional.

Desde su nacimiento en 1928, el reloj Atmos ha sido objeto de fascinación, tanto por la belleza de su
mecanismo como por su funcionamiento aparentemente mágico. La humanidad se ha sentido atraída
desde hace tiempo por la noción de las máquinas con movimiento perpetuo: dispositivos que funcionan
de forma autónoma y eterna, sin necesidad de una fuente de energía exterior.

Jaeger-LeCoultre Atmos

No obstante, nadie lo ha logrado, por la sencilla razón de que, según las leyes de la física, es imposible. Sin embargo, JaegerLeCoultre es capaz de producir un dispositivo que se acerca más al funcionamiento perpetuo que cualquier otro mecanismo creado hasta la fecha: el reloj Atmos.

Un reloj que vive del aire.

Jaeger-LeCoultre Atmos

En 1928, Reutter, un ingeniero radiólogo originario de Neuchâtel, presentó un prototipo de reloj —
ahora se conoce como Atmos 0— que parecía desafiar las leyes de la física: sin necesidad de pilas, electricidad ni cuerda, funcionaba durante siglos sin deteriorarse ni requerir ninguna intervención
externa.

El principio mecánico del Atmos es sencillo, aunque sumamente difícil de ejecutar: la energía necesaria
para accionar el reloj procede de las fluctuaciones normales y cotidianas de la temperatura del aire. La
energía térmica se transforma en energía mecánica, que impulsa el movimiento del volante. El secreto
reside en su cápsula sellada herméticamente y repleta de gases, que se conecta con el muelle de
accionamiento del reloj a través de una membrana. La más mínima variación de la temperatura
modifica el volumen del gas, lo que hace que la membrana se expanda y se contraiga —”respirando”
como el fuelle de un acordeón— y dé cuerda al muelle. Una variación de un solo grado centígrado
puede alimentar el reloj durante 48 horas.

Dado que este extraordinario sistema solo produce una pequeña cantidad de energía, el movimiento
debe consumir lo mínimo; de hecho, su consumo es tan reducido que la energía utilizada por una sola
bombilla incandescente de 15 vatios equivale a la de 60 millones de relojes Atmos. El mecanismo
utiliza un péndulo de torsión para medir el tiempo y el volante consiste en un círculo de metal,
suspendido de un fino hilo de elinvar, una aleación a base de níquel. Puesto que este volante anular
tarda un minuto en completar una oscilación completa, solo requiere una cuadragésima parte de la
energía que necesita un reloj de pulsera convencional.

De prototipo a objeto preciado.

Jaeger-LeCoultre Atmos

En 1930, dos años después de que Reutter presentara su prototipo, se pusieron a la venta los primeros
ejemplares del Atmos I, que se vio afectado por numerosos problemas técnicos, por lo que su
comercialización y producción se tambalearon.


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Jacques-David LeCoultre halló por casualidad un Atmos en una boutique parisina, quedó cautivado
por su funcionamiento único y lo compró. Rápidamente constató que, a pesar de la brillantez del
concepto de Reutter, el mecanismo no era viable, pues tenía problemas que, en su opinión, solo
podrían resolverse con un nivel excepcional de conocimientos relojeros. La Manufactura se puso en
contacto con Reutter, que reaccionó con entusiasmo y empezó a trabajar en Le Sentier bajo la dirección
de Jacques-David LeCoultre en el proyecto del “nuevo Atmos”. Mientras seguían vendiendo una
versión mejorada del Atmos I, ambos tenían la clara voluntad de seguir mejorando el mecanismo y
comercializar plenamente su producción.

Jaeger-LeCoultre Atmos

Las mejoras esenciales consistieron en garantizar la hermeticidad necesaria para el buen
funcionamiento del movimiento; sustituir el mercurio utilizado por Reutter por el cloruro de etilo, más
estable, y rediseñar por completo los componentes clave del mecanismo para que fuera más sencillo,
robusto y adecuado a la fabricación en serie. Por fin, en 1939, el nuevo Calibre 519 cumplía
plenamente las expectativas de Jaeger-LeCoultre, que estaba lista para iniciar la comercialización del
Atmos II.

El éxito no se hizo esperar y el Atmos pronto se convirtió en un preciado objeto de culto, que en 1950
fue seleccionado como regalo oficial de la Confederación Suiza. En 1951, la producción alcanzó las
10 000 unidades anuales, y en 1979 salió de la Manufactura de Le Sentier el reloj número 500 000.

Aun así, el mecanismo del Atmos tenía una limitación: dado que produce únicamente una cantidad
ínfima de energía, no tiene suficiente potencia para accionar otras funciones. Jaeger-LeCoultre resolvió
este problema en 1982 con un nuevo movimiento, el Calibre 540, que permitía incorporar funciones
adicionales con un aumento infinitesimal del consumo de energía. Los ingenieros de la Manufactura
desarrollaron el primer Atmos con fases lunares a finales de la década de 1990 y desde entonces han
añadido otras complicaciones: cartas celestes, esferas reguladoras, indicaciones de la ecuación del
tiempo, incluso un “reloj misterioso” con un remontoir d’égalité, o mecanismo de fuerza constante.

La evolución de un diseño clásico.

Jaeger-LeCoultre Atmos

El Atmos no es solo una excelente proeza técnica: es una obra de arte. El Atmos I original, con su
gabinete de cristal abombado, es una muestra temprana y excepcionalmente pura del estilo Streamline
Moderne y es muy apreciado por los coleccionistas de hoy en día. Gracias a las líneas atemporales art
déco y al perfecto equilibrio del diseño rectilíneo de los gabinetes del Atmos II, esta “caja de cristal” se
ha erigido en un clásico. La unión perfecta entre funcionalidad y estilo ha consolidado la fuerte identidad
estética del Atmos a lo largo de muchas décadas de evolución.

El gabinete del Atmos se ha prestado naturalmente a diferentes interpretaciones artísticas. Desde la
década de 1970, Jaeger-LeCoultre ha colaborado con diseñadores con talento y artesanos
especializados para producir ediciones especiales del Atmos, especialmente las que incorporan
complicaciones astronómicas. Como ejemplos destacados figuran el futurista Atmos du Millénaire
Atlantis, creado en 1999 para celebrar el nuevo milenio y basado en un modelo único concebido por la
agencia de diseño parisina Kohler & Rekow en 1988; el Atmos 566 de Marc Newson, alojado en un
cubo de cristal de Baccarat hecho a mano, dentro del cual el mecanismo parece flotar ingrávido; y el
suntuoso Atmos Marqueterie ‘Le Baiser’ de 2012, alojado en un gabinete de maderas exclusivas con
una representación exquisitamente detallada del cuadro El beso de Gustav Klimt en marquetería de
madera. Para el Atmos se han utilizado artes decorativas ancestrales como la marquetería de madera
y de paja, el esmaltado, el engastado y diversas técnicas de cristalería, con la misma imaginación
artística y la misma minuciosidad artesanal que la Grande Maison dedica a sus mejores relojes de
pulsera.

Todos los movimientos Atmos se desarrollan, producen y ensamblan íntegramente en la Manufactura
y a mano en un taller especializado para el Atmos. Sin contar las cinco semanas de pruebas y ajustes
a las que se somete cada mecanismo del Atmos, producir un solo reloj puede requerir entre ocho y
diez meses.

Más de nueve décadas después, el reloj Atmos sigue siendo un guardián del tiempo único y emotivo,
un espléndido homenaje al diseño, al virtuosismo técnico y a la tradición que fascina por la belleza de
su silueta, el movimiento sereno de su volante y el misterio de su funcionamiento.


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Redacción

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