Después de cautivarnos con películas como El Faro o La Bruja, Robert Eggers vuelve con una propuesta llena de agallas y brutalidad como El Hombre del Norte (The Northman).
La historia nos traslada a la vida del joven Amleth, un protagonista que huye tras el asesinato de su padre a manos de su tío. Tal y como ocurriera con el clásico Conan el Bárbaro, Amleth regresa años más tarde para vengarse, rescatar a su madre y seguir así el destino que le han otorgado los dioses.
Toda la trama se viste de una belleza estética que cabe destacar gracias al trabajo del propio Eggers y del director de fotografía Jarin Blaschke. Este estilo tan cuidado otorga a la película un marcado carácter mítico y grandioso que queda reflejado en prácticamente todas las escenas que conforman el largometraje.
Un reparto que cumple con creces con su cometido.
Con respecto a los actores, lo más relevante es que prácticamente todos cumplen con lo que se espera de una historia como la que nos ocupa. Nicole Kidman ejerce de reina Gudrún y lo hace desprendiendo calidez y fortaleza en un personaje que debe soportar el peso de un guión sólido y exigente.
Por su parte, Alexander Skarsgård nos ofrece una visión centrada en la venganza, una actitud que no invita precisamente a ser ameno y entretenido. Cumple a la perfección con esa personalidad ruda y obsesiva con la que un público con sed de justicia se identifica plenamente.
En cambio, Anya Taylor-Joy interpreta al personaje que ofrece momentos de alegría en el transcurso de la historia mientras que Claes Bang borda su papel de malvado y empuja al espectador a un abismo de violencia y brutalidad.
Una película predecible pero intensa y atractiva.
Eggers vuelve a sorprender con una película que, pese a ser predecible, encierra la suficiente grandeza como para convertirse en un buen referente dentro de los títulos dedicados a los vikingos. Sabemos cuál será su final y sin embargo nos tiene atados a una trama que poco a poco despliega todo su potencial para saciar nuestras expectativas de un modo magistral.
Presentar una estructura cuyo desarrollo conocemos no es perjudicial ya que el modo en el que se narra una historia siempre ofrecerá puntos de vista que despierten nuestro interés como espectadores.
Sin embargo, quizá echamos de menos algún giro inesperado a lo largo de la película que nos permita identificar al Eggers que nos hechizó con El Faro y La Bruja. Pero también es cierto que El Hombre del Norte presenta otro atractivo que la diferencia de sus predecesoras y que nos muestran a un director y guionista que sigue madurando como creador y del que sin duda nos sigue atrayendo su modo de narrar las historias.
The Northman se queda a un paso de ser una obra maestra.
En El Hombre del Norte asistimos a tomas largas donde la edición apenas se deja notar. Esta circunstancia quizá hace que no lleguemos a conectar emocionalmente con los personajes. Probablemente seamos meros observadores del desarrollo de una acción demasiado coreografiada en la que no se puede apreciar la fuerza de unos sentimientos que terminen de engancharnos totalmente a las vicisitudes de los protagonistas.
De algún modo, Egger nos pide que seamos testigos de lo que sucede, que admiremos la presentación de los diferentes escenarios y situaciones. Pero a menudo el espectador no participa de los diferentes sucesos que introduce y eso es lo que sinceramente aleja a la película de su consideración como obra maestra.
La película es impecable, representa además toda una experiencia increíble, pero hay algunos detalles que impiden que el Hombre del Norte sea la mejor de las tres películas que ha escrito y dirigido Robert Eggers.
GenexiGente opina sobre The Northman
Valoración GenexiGente - 7
7
Después de películas como El Faro o La Bruja, Robert Eggers vuelve con una propuesta llena de agallas y brutalidad como El Hombre del Norte (The Northman).
